Roma fue fundada a las orillas del río Tíber, en el centro de la Península Itálica, situada a su vez en el centro del Mar Mediterráneo. Esta situación ha condicionado su origen y discurrir:
- El río Tíber comunicaba Roma con el interior y con la costa (se encuentra a 20 kilómetros), lo que facilita los intercambios comerciales.
- Los suelos fértiles y la riqueza mineral permitieron el suficiente aprovisionamiento de recursos.
- El clima mediterráneo, suave y cálido, determina su dedicación agrícola: la trilogía mediterránea (cereal, vid y olivo) y el peligro de las escaseces.
- Su emplazamiento en el centro de la Península Itálica posibilita su conversión en enclave comercial donde entran en contacto los pueblos que se asentaban en este territorio.
- La situación en el centro del Mediterráneo hizo posible la posterior expansión por sus aguas para aprovisionarse de recursos que precisaba conforme crecía.
Durante los inicios del I milenio a.C. la Península Itálica estuvo habitada por tres pueblos principales:
- En el norte, los etruscos.
- En el centro, los latinos.
- En el sur, los griegos (Magna Grecia).
Fue en el área dominada por los latinos, en el centro de la península, donde hacia mediados del siglo VIII a.C. fue fundada Roma, una pequeña aldea en sus comienzos, cuya dedicación agroganadera pronto se vio incrementada por su conversión en un enclave comercial que comunicaba a todos los pueblos peninsulares.
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